Anales I I Abdala, Rex Securae



ABDALÁ, REX SECURAE

            El presente trabajo sólo trata de exponer el enunciado y explicación de unos hechos históricos misteriosos o poco conocidos relacionados con la comarca de la Sierra de Segura.
            El tema consiste en saber quién fue el rey Abdalá que aparece en algunos Cronicones medievales, asunto bastante resbaladizo. Después averiguar quién le adjudica el título de rey de Segura e intentar una interpretación del motivo de fondo. La lectura de este fondo se asienta en el enunciado evidente de que Segura era un reino. Esto lo sabíamos y no le dábamos demasiada importancia. Por ejemplo, Aben Amusco fue rey de Segura por los años de 1157. Se tienen noticias de otros reyes de Segura. Uno de nuestros autores enumera cinco[1]. El primero “sin nombre” y el segundo “dudoso”. El que no tiene nombre jugaba una partida de ajedrez con Mudarra por los años 920-970. Mudarra no sabía que era hijo del cristiano Gonzalo Gustios y de una hermana de Almanzor llamada Axa que había tenido a su vez nada más que otros doce hijos antes de conocer a Gustios. Según cuentan, hizo trampa a este rey y el moro contestó con lo que más dolía: le llamó hijo de Ninguno, Nadie. Mudarra se levantó ofendido, cogió el tablero de ajedrez y se lo estampó en la cabeza. El sin nombre murió. De inmediato Mudarra se fue a ver a su madre para preguntarle quién era su padre de una vez por todas. Y la leyenda sigue su curso, incrustada en los Siete Infantes de Lara, hijos precisamente de Gustios.
            El segundo, el dudoso, se basa en Cascales (1564-1642) que a su vez cita a Egidio de Zamora (Fray Juan Gil de Zamora, c. 1241-1318):

“El año 1030, era rey de Murcia (según Egidio de Zamora) Alboacén habiendolo sido de Segura y Caravaca. Este tuvo dos hermanos Galafre el Mozo que fue rey de Toledo, y Alí que fue Christiano, y Santo Martyr llamado Nicolas, y todos estos Reyes Moros eran feudatarios del rey de Castilla”[2].

            Es probable que la presente cita no sea cierta en casi ninguno de sus términos. El Abdalá que buscamos vivió a finales del siglo VIII y principios del IX. Puede ser hijo de Abderramán I (+781, la fecha crítica), coetáneo de Galafre el Joven de Toledo, de Alfonso II (+842) y de Carlomagno (+814). Pero no puede ser coetáneo de Alfonso V el Noble (+1028) ni de su hermana Teresa que sí se casó un tiempo con otro Abdalá diferente –rey de Toledo- y luego se hizo monja del disgusto. En cuanto a Castilla, era un condado por entonces y no tenía feudatarios.
            Los otros tres reyes de Segura se conocen, tienen nombre y nadie ha dudado de ellos. Pues ahora aparece este Abdalá como rey de Segura. Y resulta que el título no es de un servidor sino de un sabio avalado por cien sabios. O más.
            El autor del texto fuente fue el sacerdote jesuita toledano Jerónimo Román de la Higuera (c. 1538-c. 1612), creador de una serie completa de cronicones que se conoce como saga de Dextro. Una advertencia crucial: estamos hablando de una saga de  cronicones falsos. Los hechos que relata fueron escritos alrededor de 1594 y atribuidos a diversos autores de cada época reales o también inventados. El falso cronicón que ahora nos interesa es un texto que abarca desde el año 606 al 960 p. C. El padre Higuera, el autor verdadero, se lo atribuye a un autor real llamado Luitprando cremonense. Esta obra, la falsa, fue publicada y anotada dos veces. Una en 1635. El autor de las anotaciones a esta edición es otro toledano muy especial llamado Tomás Tamayo de Vargas, cronista oficial del Reino, de las Indias y experto en Garcilaso. El anotador de 1640 es el erudito Lorenzo Ramírez de Prado. La diferencia en el punto que nos interesa reside en que Tamayo sí anota o explica a Abdalá y Ramírez de Prado ni se molesta.
            Y vamos al asunto, el texto fuente del padre Higuera dice lo siguiente:‘En el año 809 de la era de César y 781 de Cristo, el primer rey de Segura Abdalá florece en riquezas y fama’[3].Y la anotación de Tamayo de Vargas:Abdalá primer Rey de Segura, etc.] Egidio de Zamora le llama de esta otra manera, ‘el primero que fue Rey de Segura’: En la época en que [Abdalá] se apoderó del Reino de Segura, el primer Rey de Toledo fue el Rey Alboachim [Alboacén], hermano de Galafre el Mozo y del Mártir S. Nicolás llamado antes Alí. Esos [reyes] fueron hijos de Alcamán; y también [descendían: fueron hijos] del Señor de Bletisa o Ledesma Galafre el Viejo, etc. Pero en todo caso, sobre Abdalá [han escrito] muchos de nuestros historiadores: Chron. General. Par. 3 cap. 10. Roder. Tolet. Lib. 6. cap. 19. Marian. Lib. 7. cap. 20 y 21. Mármol, Beda y otros»[4].
            Un muy breve apunte: Beda tiene que ser el Venerable porque es el único que hay. Pero  murió en 735 y dejó de escribir en 731 y, salvo que tuviera el don de la profecía, no pudo saber que Abdalá fuera rey de Segura en 781; además, no escribió historia de españoles ni de moros sino de anglos. Así que no puede ser autoridad sobre este feliz rey. Interpreto que Beda es errata por Jaime Bleda.
            El punto de partida inamovible aquí es el año 781 del cronicón, fecha pertinente para el objetivo de fondo que consiste en una lectura interna que pretende ir más allá del hecho de que el rey Abdalá existiera o dejara de existir. Es decir, si el hecho procede de un cronicón falso, se rechaza. De acuerdo, pero debemos saber que algunos falsos cronicones son cualquier cosa menos simples. Lo que importa es leer las intenciones de Higuera al crearlo y Tamayo al anotarlo. Por qué escribe uno y acepta el otro que Abdalá fue rey de Segura. Ocurre que ninguno de los autores citados por Tamayo dicen explícitamente que Abdalá fuera rey de Segura. Algunos ni siquiera le nombran.
            Ahora repasemos con brevedad dos o tres de las referencias que ofrece Tamayo de Vargas.Empecemos por la errata. Jaime Juan Bleda (c. 1550-1622), después de que muriera Carlomagno y citar la fecha de una batalla sobre 820 u 821, escribe:

“Vn caudillo de Valencia llamado Abdala, se alçò con la ciudad, y guerreò con Ali Atan quatro años continuos”. Esto ocurre en tiempos del rey “don Alonso” y de “Abdarrahaman”, hijo de “Ali Atan”[5].

            Fijemos las fechas y los nombres citados: emires de Córdoba Al-Hakam I ben Hishan (796-822), y Abd al-Rahman II ben al-Hakam (822-853); y el rey de Asturias Alfonso II el Casto (791-842).

            La aportación del  padre Juan de Mariana (1536-1623) en el tema que nos afecta es significativa y más esclarecedora. Veamos el recorrido. Cuando Abderramán I murió (788), “dejó nueve hijas y once hijos. Nombró en su testamento por su sucesor á Zuleman, el mayor de todos, que tenia puesto en el gobierno de Toledo [la antigua capital del reino visigodo]. Esta su ausencia dio ocasión á Isem, que era el hijo segundo, de apoderarse del reino… [Isem] tenia muy de su parte la voluntad del pueblo [de Córdoba, los invasores], con cuya ayuda venció en batalla a su hermano y lo hizo retirar al reino de Murcia, donde por sesenta mil escudos que le dio, renunciado su derecho, pasó a Africa. Después desto, Abdalla, que era otro hermano, con deseo de cosas nuevas andaba alborotado; mas hizo asiento con él, con que asimismo desamparó España. Tuvo Isem el reino siete años…”. Luego habla de los reyes cristianos Bermudo el Diácono (788-791) y Alfonso II el Casto (791-842) y otra vez de Isem -Isham I ben Abd al-Rahman (788-796).
            Más adelante vuelve con el emirato cordobés y nos ofrece este párrafo:

“Las armas de los moros por estos tiempos no sosegaban; antes Zulema y Abdalla, tios del nuevo rey moro, que hasta aquí se entretuvieron en Africa, para prevenir que el rey Alhaca [Al-Hakam ben Hisham, 796-822], su sobrino, no se fortificase en el reino, pasaron a España con presteza. Abdalla, como hombre más atrevido, fué el primero que se apoderó de Valencia, ca los ciudadanos le rindieron la ciudad. Zulema después acudió al llamado de su hermano para socorrelle y ayudalle en sus intentos. Hicieron entradas por los pueblos y ciudades comarcanos; corrieron los campos por muchas partes, pasaron tan adelante, que se atrevieron a presentar la batalla al rey Alhaca, la cual fue muy herida y dudosa. Derramose en ella mucha sangre, pero en fin Zulema con otros muchos fué muerto. Abdalla se huyó á Valencia; y como viese que tantas veces la fortuna le era contraria, acordó seguir otro partido y tomar asiento con el Rey, á condicion que le señalase rentas en cada un año con que sustentase en aquella ciudad la vida y estado de hombre principal. Para seguridad que cumpliría lo asentado y sosegaría dio en rehenes a sus mismos hijos, que el rey moro recibió y tuvo cerca de sí con aquel tratamiento que convenía tuviesen sus primos hermanos, tanto que á uno dellos dio por mujer una hermana suya. Todo esto sucedió el año de los árabes 184, conforme a la cuenta del arzobispo don Rodrigo, que era el año quinto después que Alhaca comenzó a reinar”.

            Otra cita: “Tenía el imperio de los moros Abderraman, segundo deste nombre [822-853], principe de suyo feroz, y que la prosperidad le hacia aun mas bravo; porque al principio de su reinado, como queda arriba apuntado, hizo huir a Abdalla, su tio, que con esperanza de reinar tomó las armas y se apoderó de la ciudad de Valencia”[6].
            Parece, entonces, que Abdalá no es  el ‘sin nombre’ ni el ‘dudoso’. Puede ser el hijo revoltoso de Abderramán I que recorrió tantas partes durante largo tiempo y que presentó la batalla decisiva que no ganó.
            Pero el asunto que me interesa es simple: ninguno de los historiadores, citados o no citados, afirma que Abdalá fuera rey de Segura en 781. Salvo el cronicón de Luitprando. Vamos a ver si encontramos algún motivo.
            La afirmación de que Abdalá fuera el primer rey de Segura y su reinado un paraíso, lo único que quiere decir es que nosotros somos los buenos: Toledo tiene la legitimidad de poseer Segura al menos desde que la conquistó Leovigildo. No el Adelantamiento reconquistado por el arzobispo Jiménez de Rada sino también la encomienda de Santiago. Toda ella. Y así lo pensaría en su momento aquel arzobispo, heredero del Estado toledano.
De los dos comentadores de Luitprando sólo Tamayo de Vargas, toledano, se detiene en Abdalá. Y acepta el texto aportando una bibliografía tangencial en cuanto al núcleo, toda ella muy posterior a los hechos. Pero el verdadero autor, el también toledano Jerónimo Román de la Higuera, había escrito sus cronicones a finales del siglo XVI. Y esta es época de reivindicaciones. Citemos dos.

            La primera es que García de Loaysa publica sus famosas Actas - Collectio Conciliorum Hispaniae- donde pone en boca del arzobispo R. J. de Rada que la predicación de Santiago en España eran cuentos de beatas y monjas. Esto es tirar con balas de cañón contra el arzobispado de Santiago en cuanto a su competencia en la primacía y contra la Orden militar de Santiago en cuanto a su legitimidad de poseer la tierra. Ahora comprendemos la no aceptación de Ramírez de Prado: él era Caballero de la Orden de Santiago desde 1628. Por cierto, Ramírez no cita jamás la edición de Tamayo. Para nada. La segunda es el muy largo pleito por el Adelantamiento de Cazorla contra los Camarasa que se sustanció unos años después de 1594 (la fecha supuesta del cronicón falso) a favor del arzobispado de Toledo.
            Si sumamos todas las citas no sacamos mucho en claro. Y esto lo sabía Higuera, todo estaba en el aire. Pero también sabía otra cuestión básica: el texto fuente era   indestructible si se aceptaba la mentira. No desciende a los detalles y se limita a marcar la línea ortodoxa toledana. Toledo se consideraba la heredera legítima del pasado a través del Imperio y del reino visigodo. Y sólo estuvo sometida ferozmente por el invasor cordobés en dos períodos, 785-796 y 837-852. La legitimidad que otorga Leovigildo –heredero a su vez de los romanos- más el hecho de que Abdalá secunde y herede la rebeldía toledana de su hermano contra el emirato, liberan la visión toledana de la historia para que el padre Higuera argumente contra la Orden de Santiago y les diga: el primer rey y el más espléndido que tuvo Segura es nuestro. Segura, hasta Alcaraz, también. Por estos motivos la rebelión contra Córdoba o contra cualquier otra entidad se manifiesta en Toledo. El hermano mayor, Zulema, es rey de Toledo; Isham es el usurpador.
            Tal es lo que nos dice el padre Higuera: la primacía, el Adelantamiento, los herederos legítimos de los visigodos conquistadores de la Oróspeda, es Toledo. Y Abdalá, rey de Segura está con Toledo. El texto es una reivindicación basada en dos cuestiones básicas:
1. De acuerdo con los valores de la época, ser primero en algo es decisivo.
2. La breve cita sobre Abdalá no es una declaración religiosa. Es una declaración política.

Sebastián Robles Zaragoza



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