Tercera parte hasta X




- VIII –
Descripción de los Montes de Segura recogida en los artículos de El observador  Serrano. Su riqueza dilapidada por la Marina, trato vejatorio de ésta a sus paisanos y otros datos estadísticos y económicos de interés.
Como se ha apuntado en el primer artículo que origina la polémica de la que trata el capítulo –VI-, el territorio de los Montes de Segura o Provincia Marítima del mismo nombre, comprendía 41 pueblos. Éstos se relacionan en la primera columna del cuadro titulado: VISITA DE LOS MONTES DE SEGURA, que se recoge en el libro citado en la INTRODUCCIÓN, El Ramo de Montes Arbolados de España, del que es autor Juan de la Cruz Martínez, hijo de D. Pedro. Seguidamente relacionamos por Comarcas los 41 pueblos referidos:
Ø      Comarca del Partido de Segura: Segura de la Sierra, capital con sus aldeas, Orcera y La Puerta, Hornos y San Miguel de Bujaraiza, Santiago de la Espada, Pontones, Siles, Torres de Albanchez, Villa-Rodrigo, Génave, Benatae y Beas de Segura.
Ø      Comarca del Partido de Alcaraz: Ciudad de Alcaraz y sus aldeas, Villaverde, Cotillas, Bienservida, Villapalacios, Villanueva de la Fuente, Ballesteros, Bonillo, Lezuza, Munera, Peñas de San Pedro, Ríopar y  Bogarra.
Ø      Comarca del Partido de Yeste: Ayna y su aldea Elche, Nerpio, Socovos, Ferez, Letur y Yeste.
Ø      Comarca de Las Villas Mancomunadas: Villanueva, Villacarrillo, Iznatoraf  y Sorihuela
Ø      Comarca del Partido de Cazorla: Cazorla e Iruela, Quesada, Santo Tomé y Pozo Alcón.
Según datos aportados en los artículos que se siguen, el territorio que comprendía la jurisdicción de la marina:”....es nada menos que 667 leguas cuadradas”. La legua como unidad de medida usual equivale 5,573 Km. (legua larga) y la legua castellana 4,19 Km. (legua corta). De acuerdo con estas equivalencias, una legua cuadrada equivale a 31,058 Km2 o a 17,556 Km2; por tanto, las 667 leguas cuadradas ocupaban una extensión comprendida entre 20.716 Km2 y 11.710 Km2, o lo que es lo mismo, entre 2.071.600 ha. y 1.171.000 ha. Teniendo en cuenta que la provincias de Albacete y Jaén, donde se asientan en la actualidad los 41 pueblos relacionados, tienen una extensión  de 14.926 y 13.489 Km2 respectivamente, de las superficies calculadas la de error menor es: 11.710 Km2, que puede estimarse como superficie total de los términos de los referidos 41 pueblos.
Los vecinos de esos 41 pueblos y 12 aldeas eran 26.537, lo que suponía: “... 103.397 almas, los verán en dos estados que acompaño con los números 1º y 2º......,que equivalen a decir que salen 40 vecinos por legua cuadrada”. Que por las equivalencias del párrafo anterior, tomando la menor, resulta una densidad de población de 2,3 habitantes por Km2. Densidad muy baja comparada con la actual y sobre todo, con la de la década de los 40 del siglo pasado, en la que se inició la emigración en los pueblos a los que nos venimos refiriendo.
Continuando las trascripciones, se dice: “En el estado número 3º el que tenían los montes de estos 41pueblos y que los empleados del ramo se dieron por entregados en 1790 de 264.481.053 árboles de todas las clases. Riqueza asombrosa que han conservado los naturales sin intervención ni desvelo de guardas y curiales del jurado que 40 años antes se había apoderado de este tesoro para esterizarlo y hacerlo improductivo. Pues aun hay mas”.
Continua citando la primera visita que hizo la marina “...a estos preciosos bosque...”, la del año 1750 con el resultado del “....asombroso número de árboles de todas las especies de 434.451.279”. Comparando esta cifra con la de 1790 (264.481.053), resulta una diferencia 169.970.226. Número de árboles que era imposible que se cortaran o desapareciesen en tan sólo 40 años, luego ambos conteos de árboles eran un aforo muy aproximado, siendo el menos erróneo el segundo por lo que se dice seguidamente.
Es de suponer, que el aforo del número de árboles que se hacía en aquellos tiempos, se basaba en muestrear el bosque, contando el número de árboles y señalando sus especies en pequeñas parcelas. Las medias del conteo se multiplicarían por las superficies que ocupaba en cada pueblo el arbolado. Superficies que estamos seguros que los marinos calculaban correctamente, al ser expertos en matemáticas y cartografía.
Si se da por buena la extensión del territorio de 667 leguas cuadradas, equivalentes a unas 1.171.000 ha. y se estima en el 90% la superficie arbolada, esta sería de 1.053.900 ha.. Dividiendo el número total de árboles de cada visita por la superficie anterior, resultan: 412 árboles por ha. en la 1ª visita y 251 árboles por ha. en la 2ª. Esta segunda cifra es coincidente con las existencias del arbolado adulto actuales, que registran los Proyectos de Ordenación de los montes de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas.
Por tanto, se puede asegurar, que a finales del siglo XVIII, en los bosques de los entonces Montes de Segura  existían más de 264 millones de árboles de las especies: Pino salgareño, Pino ródeno, Pino carrasco, Pino doncel, Robles, Encinas, Álamos negros, Álamos blancos y chopos, Nogales, Fresnos, Sabinas, Castaños y Almeces. Casi el 40% de esos más de 264 millones de árboles y en concreto 102.487.704, era el número de árboles de los bosques de la jurisdicción de la capital de dichos Montes, Segura de la Sierra.
A tan gran riqueza de arbolado, según el articulista, la administración de la marina no le hacía: “... la mas leve operación de escarda, limpia y beneficio de los montes que custodiaron por espacio de 500 años los honradísimos serranos sin la ordenanza de 1748 y la vigilancia de los guardas”. De lo que se deduce, que desde que la Marina se hizo cargo de los Montes de Segura, no hizo una sola operación para su fomento y mejora, o lo que es lo mismo, rompió con la tradición seguida por los honradísimos serranos durante 500 años, que si hacían las operaciones de escarda y limpia en beneficio de los montes. A ellos se deben que se hayan conservado hasta nuestros días y que parte de los mismos, los antes Montes de Segura en la provincia de Jaén, formen hoy El Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas.
Antes de las referidas ordenanzas de la Marina, ya se conocía la esplendida riqueza por lo que se atestigua en los artículos cuando se escribe: “Saber que por los años de 1733, el ingeniero director de la fábrica de tabacos de Sevilla D. Diego Bordié, después de reconocer las maderas de varios edificios de dicha ciudad procedentes de los montes de Segura, declaró que estas eran muy superiores a las extranjeras...”. Por esto se hizo una navegación de dichas maderas hasta Sevilla para el suministro de la fábrica de tabacos.
Años mas tarde: “....en 26 de abril de 1738 informó al gobierno el capitán de fragata D. Juan Valdés, como en el reconocimiento que había practicado de los pinares de estas sierras, había encontrado árboles de hermosa madera aptos para arboladura, con tal que se sangrase, se beneficiase y se preparase cual era necesario; en cuyo medio se ahorraría el Estado las cuantiosas sumas con las que anualmente contribuye a las potencias del norte por un artículo, que beneficiado por sus empleados en el ramo, le produciría ahorros de gran importancia”.
Resaltada por el articulista en los párrafos anteriores la riqueza forestal de su tierra, pasa a demostrar como los empleados de la marina la dilapidaban y vejaban a sus naturales, esos honradísimos serranos, apuntando: “Tener noticias positivas de las estafas y corrupciones de los guardas, de las inteligencias privada de algunos empleados, de los manejos ocultos de los curiales, y cediendo todo el daño de los montes y ruina de los desventurados moradores de estas sierras....”.
Compara a la situación a la que se había llegado con una cita evangélica, dice: “Yacían los moradores de estas sierras, o mas bien los 41 pueblos como el paralítico de la Piscina sumidos en el abatimiento mas insufrible, y puestos en tributos todos los rendimientos de sus escasas fortunas para que se hayan regalado los guardas y otros subalternos del juzgado de montes”.
Dicho juzgado no solo impedía los aprovechamientos madereros a los vecinos, necesarios para construir o reparar sus casa y sus consumos domésticos o de labranza,  también imponía innumerables trabas “a los ganaderos de estas sierras; se apoderó (la Marina) en el 1751 de un terreno baldío donde hizo 12 dehesas para con el producto de sus pastos pagar los guardas de montes. Esta extensión de dehesas contiene doce leguas[1] de superficie y es el sitio  más benigno y templado para los inviernos, donde los ganaderos apacentaban sus rebaños.....”.
Los ganaderos más pobres con rebaños conocidos como atajos corraleros no podían pagar los arbitrios de pastos de Guadalmena y al no bajar a Sierra Morena, “....En los tiempos crudos y nevosos, sí acuden a sacar licencia para socorrer a los animales con ramón de encina, son tantas las formulas y diligencias previas que deben gestionar en el juzgado y los días que invierten en ir y venir de Orcera que prefieren, o dejar morir de hambre los ganados, o arrastrar el riesgo que un guarda los vea, y tener que pensionar los esquilmos del ganado o de la labranza para tapar la boca al famélico y  despiadado guarda celador. Tributo de lana, tributo de queso, de cordero o de alguna oveja o cabra para hacer cocina.....”.
Por todo lo anterior, el articulista recuerda: “Dijeron las Cortes de Cádiz que, con el justo fin de deprimir los montes y plantíos de dominio particular de la opresión y servidumbre en que por un espíritu mal entendido de protección los han tenido hasta ahora las leyes y ordenanzas tan contrarios al derecho de propiedad, como opuesta a la libre acción del interés individual imposibilitado por ellas de fomentar esta preciosa parte de la agricultura...”
Por si no ha quedado claro en capítulos anteriores, lo trascrito en el párrafo anterior, corrobora, que el ideario político de D. Pedro era el de los liberales de su época. Liberal patriota, no afrancesado, como demostró en la Guerra de la Independencia y después, enfrentándose con una de las administraciones más corruptas en el reinado del funesto rey Fernando VII, la de la Marina, que administraba los Montes de Segura, los de su tierra. Creemos que con lo escrito, unido a lo expuesto en los dos capítulos precedentes,  se resume lo más relevante del contenido de los artículos publicados en el ECO DEL COMERCIO los años 1834 y 1835.
Diez años mas tarde, el 9 de julio de 1845,  EL CLAMOR PÚBLICO, también periódico de la época, publica un articulo de D. Pedro. En el referido año, habían pasado diez, de la desaparición del juzgado de la marina de Orcera y sus dependientes. En 1837 el articulista había sido nombrado, como se verá en el capitulo siguiente, Administrador de los Montes de Segura. Por tanto, conocía la nueva administración del ramo de montes a la que había servido y  por tanto disponía de argumentos para poder criticarla, pero positivamente, como veremos en lo que se glosa seguidamente.
En esa crítica, entre otras cosas, reitera:”...las de privar al erario público del enorme ingreso de más de 70 millones que es lo que conceptuamos puede rentar el ramo de montes en España bajo una administración tal cual razonada y discreta”.
Para después preguntar al Ministro de Gobernación de la Península: “¿Qué obstáculos dificultan la publicación de su sabido código de bosques y plantíos cuya falta tanto sentimos?. ¿Se desea por ventura acabar con los preciosos montes de España?. ¿Se quiere tal vez agravar la situación espantosa que nos amenaza por la asombrosa falta de arbolados que se experimenta?. ¿Porqué se desprecia esta inmensa riqueza cuando tan angustiosa es nuestra situación y tan exorbitantes los impuestos que gravitan sobre toda clase de industrias....”.
Y sigue preguntando: “¿Falta valor para acometer una reforma que con tanto interés pedimos que tan ansiosamente solicitamos?. ¿Falta saber, falta patriotismo, falta voluntad para dispensarnos tan señalado bien?. Y si no existen obstáculos que vencer y tan evidentes y provechosos son los resultados que nos ha de producir la buena administración del ramo de montes, si hay valor, patriotismo y voluntad para acometer las reformas y para llevarlas a término que decididamente demandan los adelantamientos de la ciencia y las apuradas circunstancias que nos rodean....¿Porque no se hace?.
A la pregunta anterior sigue: “Enmudecemos a esta pregunta porque ni aun siquiera acertamos a darnos la satisfacción ni decisiva contestación. Dejamos al tiempo el descubrimiento de este misterio, la aclaración de una conducta que por ahora no nos atrevemos a calificar, y volvemos al desempeño de nuestra comenzada tarea”.
Continua remarcando: “...el decoro y la honra de una nación que ha sido la reina del mundo por espacio de dilatados siglos, la vemos actualmente con el mas profundo dolor y con la mas santa indignación constituida en la categoría de una potencia de segundo orden. En nuestro presente lastimoso estado de cosas públicas, el ministro de Gobernación de la Península....dejar en proyecto las disposiciones que pudiera publicar para la formación de un establecimiento tan útil y perdería su prestigio en el país, que asistido de un derecho incontestable, pediría estrecha cuenta de una falta tan grave, a fin de que el servicio público a que se destinan resulte hecho con regularidad, exactitud y sin entorpecimientos”.
El servicio público al que se refería el articulista, como el lector habrá supuesto, no podía ser otro que la reforma de nueva administración del ramo de montes, que tan bien conocía por haberla servido desde el año 1837, como se decía antes, hasta el de 1840, como se dirá mas adelante. Pero dejemos, como venimos haciendo, que el articulista con sus propias palabras nos lo explique.
“Nosotros desembarazaríamos a los Jefes políticos (Gobernadores) del cuidado y trabajo que ocasiona la administración particular del ramo, dejándoles sin embargo la inspección y vigilancia que las ordenanzas pudieran concederles como representantes que son de cada provincia del poder ejecutivo. Pero una vez establecida de la manera que vamos a manifestar a seguido, la escuela especial de bosques, aguas y plantíos, con el carácter de oficina superior administrativa del ramo de montes...”
Recoge el articulista, la antorcha que había dejado al morir en el año 1839, su amigo D. Antonio Sandalio de Arias. Que no era otra, que la necesaria creación de la Real Escuela Central de Montes y Aguas. A la que también se refiere su hijo en su libro publicado 10 años después, Estudios sobre el Ramo de Montes, como se decía reiteradamente en el apartado Fuentes familiares en la INTRODUCCIÓN.
Con respecto a la referida escuela, apunta: “Cualquiera que sean las bases que puedan adoptarse para la formación de la escuela especial de ingenieros, ello es que por nuestra opinión debe darse a la misma la facultad superior directiva del ramo, determinando muy particularmente las relaciones y reciproca inteligencia que debe haber entre estos empleados superiores y los comisarios y de estos con los subdelegados de partido y comarca a fin de que el servicio público a que se destina resulte hecho con regularidad, con exactitud y sin entorpecimiento”.
Planifica también la nueva administración del ramo de montes, creando en cada provincia uno o dos distritos administrativos de montes, lógicamente según la riqueza y extensión de los baldíos y realengos, es decir, los montes que se consideraban de propiedad estatal, parte de los mismos eran los Montes de Segura, antes de la Marina. Se subdividirían cada distrito en las subdelegaciones necesarias que requiriera su extensión e hiciese ágil la nueva administración del ramo de montes.
La planificación anterior según el articulista supondría en todo el territorio peninsular, los territorios de Ultramar los obvia, 98 comisarías o distritos administrativos y 196 subdelegaciones. “De modo que arreglado el personal de la escuela central de ingenieros y establecimientos subalternos en la forma y con la dotación que exprese el siguiente presupuesto de gastos, vendríamos a parar que toda nuestra administración personal de montes costara a la nación la cantidad de 7.200.000 reales, a saber:
La escuela especial directiva de ingenieros de bosques, aguas y plantíos se compondrá de un director con 86.000 reales anuales de sueldo, tres catedráticos con 20.000 cada uno, un secretario con 14.000...., dos porteros con 4.000 cada uno. Las comisarías deberían componerse de un comisario con 10.000, un perito visitador con 6.600,...., y seis guardas menores con 1825 reales cada uno. Las subdelegaciones con un subdelegado con 4.400 reales, un perito guarda mayor con 2.560 y otros seis guardas.
Resumen:
■ Gastos de la escuela especial                                              135.520 rs.
■    “     Comisarías                                                             3.131.100 rs.
■    “     Subdelegaciones                                                     3.510.360 rs.
■    “     de escritorio                                                               423.020 rs.
                                                            Total                         7.200.000 rs.

La planificación y presupuesto anterior, a juicio del que esto escribe, Ingeniero de Montes al servicio de la Administración Forestal española por más de 40 años, después de conocer la claridad de ideas y pragmatismo del biografiado, tiene que lamentar, que las muchas personas que han dirigido dicha Administración durante tan largo periodo, desde Ministros a  Directores Generales, no pueden comparase con el observador Serrano, a todas las rebasa en valía y fuerza de voluntad. Ésta queda patente en los artículos que glosamos, así como su perseverancia en la defensa de su tierra y de sus paisanos.
Después de la digresión anterior continuamos trascribiendo: “En vista del resultado que nos proporciona el presupuesto de gastos de un ramo de prosperidad tan entendible. ¿Qué auxilio da hoy el gobierno al ramo de montes?. Si para juzgar la cuantía de estos auxilios nos concretamos a lo que se recauda en la provincia de Jaén que es una de las mas importantes en la materia porque en su demarcación tiene los soberbios bosques de Segura, Villacarrillo, Cazorla, etc., habremos de confesar que los productos del ramo de montes son actualmente bien despreciables e insignificantes”.
Lo que afirma en el párrafo anterior lo aclara en el siguiente, al escribir: “Las administraciones de montes que se encuentran establecidas en la provincia de Jaén, son la importante de Segura y Cazorla, la de la Carolina, y la de Andujar, y que la cantidad de productos que se han recaudado en dicho ramo desde 1840 que fue cuando se establecieron y dotaron estas administraciones hasta el 28 de mayo último (el de 1845). ¿Lo ignora el gobierno por ventura?
No puede creerse, pero si ello es así, consignaremos aquí la cantidad que componen todos los productos de los ricos montes de la provincia de Jaén en los 65 meses arriba anotados (5 años y 5 meses), es de 166.362 rs....”
Por último, en el artículo que venimos siguiendo publicado en EL CLAMOR PÚBLICO, se repite el texto: Cálculo de lo que puede producir el ramo de montes en España, al que precede unos datos económicos y entre ellos, la valoración en reales de la  producción de los montes del partido de Segura, que se recoge en la relación siguiente:
VALORACIÓN EN REALES DE LA PRODUCIÓN
DE LOS MONTES DEL PARTIDO DE SEGURA
Reales
─” La venta de maderas para O. P. que podrá realizarse en
      este partido de Segura                                                                                          30.000
─ Las fustas a razón de 4 rs. por par de bueyes y
    3 por par de mulos etc. de labor                                                                             12.000
─ La pez, alquitrán, resina, miera, etc.                                                                        5.000
─ El carbón y el cisco                                                                                       6.000
─ La enajenación de maderas a particulares                                                   8.000
─ Los cuartos o dehesas del arbitrio de Guadalmena                                               40.000
─ El uso y aprovechamiento del ramón de Guadalmena                                             6.000
 ─ La renta de terrenos baldíos                                                                                    4.000
─ La venta de vinagre, cáscaras, etc.                                                                             800
─ Y últimamente las multas y condenas pecuniarias
    que se imponen a dañadores                                                                                   13.000
                                                            Siendo el total                                              134.800"

En este capítulo y en los dos precedentes se han glosado los artículos de D. Pedro, publicados en los periódicos ECO DE COMERCIO y CLAMOR PÍBLICO. Artículos que demuestra claramente sus conocimientos en el ramo de Montes, que lo catalogan no sólo en el Primer especialista en Economía forestal de la Sierra de Segura, como se ha apuntado, sino también como notable Geógrafo e  Historiador de dicha Sierra, su tierra.
También los artículos referidos reflejan la calidad literaria de su Autor, muy especialmente por su amplio vocabulario y claridad descriptiva. Y no sólo eso, sino su personalidad y carácter fuerte, que no se amilana en criticar la corrupta administración de los montes de su tierra, que llevó a cabo la Marina, la conocía bien, por haber sido durante seis años Escribano de Numero del Juzgado de Montes de la Provincia Marítima.
En el capítulo siguiente se describe su ejecutoria como Administrador de dichos Montes, cargo sin duda conseguido por la crítica referida y sus conocimientos en Ramo de Montes y muy especialmente los de su tierra.


-         IX  -

El Celoso e Ilustrado Administrador de los Montes de Segura. Defensor de los montes del Estado y Conservador de sus arbolados.
El Informe del Gobernador Civil de la provincia de Jaén, D. Agustín Álvarez de Sotomayor, de fecha 3 de Abril de 1841, que se dirige al Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación de la Península, en su primer párrafo se dice:
“Contestando al oficio de V. S. de 24 de Febrero que comprende varias preguntas debo hacer presente que me he atenido a las muchas noticias adquiridas por mí cuando fui Jefe político de Murcia y mas particularmente a lo informes que me ha dado el Sr. D. Pedro Fernando Martínez, celoso e ilustrado Administrador[2] cesante del Partido de Segura, a quien no puedo menos de manifestar autor casi exclusivo del actual informe…”
El título de este capítulo se justifica por lo resaltado en la trascripción anterior, y al decir cesante del Partido de Segura, también conocemos, que en el año 1841 había dejado el cargo de Administrador de los montes de dicho Partido[3]. Administración que inicia, como nos dice su hijo Juan de la Cruz en las Memorias, en el párrafo que ya se trascribió en la Introducción de estos Apuntes y que repetimos seguidamente:
“....en el año 1837 se puso al frente de la administración de montes un hombre cuya apología no me permiten hacer los sagrados vínculos de sangre; y que por espacio tan largo no ha cesado de hacer presentes al Gobierno esto males..., ni tampoco oyeron las fundadas comunicaciones del ilustrado administrador de Segura don Pedro Fernando Martínez, el que sin guardas, sin manos auxiliares, sin nada absolutamente, ha sabido si no cortar el mal de raíz...., por lo menos contenerlo acertada y prudentemente”.
Como vemos, el hijo en 1842, año en que se publicaron las Memorias, repite el mismo titulo que un año antes recogía el informe del Gobernador Civil de Jaén, el de Ilustrado Administrador de Segura. Cargo de Administrador que ejerció durante cuatro años, de 1837 a 1840.
En 1839 pierde nuestro protagonista a su gran amigo de Madrid, D. Antonio Sandalio de Arias, pero gana otro en Jaén, el Gobernador Civil D. Agustín Álvarez de Sotomayor. Que como se decía mas arriba, envía un largo Informe al Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación de la Península, contestando varias preguntas, diez en total, todas relativas a los montes de la provincia. Como dicho Gobernador reconoce, en la contestación de las preguntas, hace suyos los informes del celoso e ilustrado Administrador Sr. D. Pedro Fernando Martínez y lo hace autor casi exclusivo del referido informe, como se  ha trascrito.
Por lo anterior, la ejecutoria del Administrador de los montes de Segura, puede seguirse reseñando las contestaciones a las 10 preguntas del reiterado informe. En la primera contestación se destaca la necesidad de los Deslindes de los montes. Para los cuales dice el celoso e ilustrado Administrador :”...debe tenerse en consideración que no se va a trabajar en las mesas de las oficinas sino al raso sobre el tronco de un árbol o de una roca, únicos taburetes que ofrece la naturaleza..”.
Como también se recoge en la contestación a la 1ª pregunta: “En el año de 1838 se pidieron noticias al Administrador D. Pedro Fernando Martínez sobre los montes de las sierras de Segura y Cazorla, y manifestó que al Estado pertenecían todos los que se hallaban en aquellos terrenos con el nombre de valdíos, realengos y de común aprovechamiento (montes del Estado): dijo cuan importante era la operación de deslinde como tan recomendada por la nueva ordenanza (las Ordenanzas de Montes de 1833), ofreciéronse dificultades para habilitar fondos, dificultades para la elección de personas que empezasen la operación (de deslinde) y la llevasen a cabo; las Órdenes del Gobierno no las resolvieron, y los pueblos y particulares se pusieron en alarma para inaugurarse cada cual en la propiedad que por diversas causas adquirieron…”
La alarma de pueblos y propietarios en que se realizasen operaciones de deslinde, que apunta el celoso Administrador, se debía, a que tanto los montes de los pueblos como de particulares se habían ensanchado, usurpando terrenos del Estado, antes de la Marina. Usurpaciones, unidas a los destrozos que se hacen durante las guerras Carlistas, que duraron seis años y que le hacen escribir a su hijo lo que ya se ha trascrito y ahora nuevamente se repite: “...en el año de 1836, los Ayuntamientos, los particulares, todos se persuadieron de que la hora de destruir los montes había sonado, y así fue que las talas y cortas de árboles de aquel año y siguientes son asombrosas, sin exageración”.
La contestación a la segunda pregunta del informe que seguimos, trata también de la consolidación de la propiedad de los montes del Estado y de las reclamaciones de Ayuntamientos y particulares realizadas desde que se publicó la nueva ordenanza, la de 1833. De las antiguas, las de la Marina de 1748, opinaba D. Pedro lo que se trascribió en el capítulo IV y que ahora también se repite: “…fue uno de los reglamentos hijos del error y del poder…”.
Continuando con la contestación a la segunda pregunta, para el redactor de los informes estaba claro que los montes eran el “mejor y más pingüe patrimonio” de la Nación. A lo que se añade: “…que si bien se dio cima a la nueva ordenanza por los Srs. que eligió el difunto Rey Fernando (entre ellos, a D. Antonio Sandalio a pesar de ser un reconocido liberal), en los últimos días de su Reinado, nuevas trabas hijas de la ignorancia apadrinadas por el descuido y la poca ley al estudio de esta clase de ciencia agronómica han tenido una parálisis asombrosa el fomento de los montes y su benificiación…”.
Como queda claro en el párrafo anterior, para el Perito Agrónomo y Catedrático de Agricultura, la poca ley al estudio de la ciencia agronómica unida a la ignorancia de sus contemporáneos, incluyendo a los gobernantes, era la causa del atraso en el fomento de los montes y su aprovechamiento. A pesar de que en el Ministerio de Fomento se creara la Dirección General de Montes. Ese fomento de los montes y entre ellos los de su País, los Montes de Segura, lo fundamentaba en las dos visitas a dichos montes realizada por la Marina. La primera, el 1º de septiembre de 1751, por D. Alejo Gutiérrez de Rubalcaba con el resultado de “…más de cuatrocientos millones de árboles de utilidad y provecho para la nación”,  de la que ya hemos dado constancia. La segunda visita, de la que también se ha dado constancia, practicada en el año 1789 por D. Juan Pichardo, el inventario totalizaba 264.183.033 árboles, como quedó reflejado anteriormente.
La contestación a la segunda pregunta continúa, describiendo el personal encargado de instruir los expedientes de deslinde: equipo de campo para el apeo y señalización con mojones, levantamiento de planos topográficos, etc... Y para “…en casos dudosos y de oposición sistemática, sean o no fundadas, haya nombrado un Letrado de confianza que ayude con sus dictámenes a las resoluciones de la Comisión.”. Para justificar los gastos que acarrearían los expedientes de deslinde, se adjunta al informe, el estado de los Montes de Segura según la visita que realizó en 1789 D. Juan Pichardo, que se citaba en el párrafo anterior, donde fácilmente podría apreciarse la riqueza de dichos montes.
En la contestación a la tercera pregunta se trata de los fondos de Propios, que según recoge el informe, en año 1789 en el que se inició la organización de dichos fondos, “…había en los pueblos más arbolados silvestres y Dehesas destinados a pastos que en la actualidad”. La causa de la disminución de esos arbolados y dehesas fue que el Consejo Real del que dependía la dirección general de propios y arbitrios del Reino “…dio licencias para romper Dehesas, dese á censo de tierras y aun conceder arbitrios sobre terrenos y pastos realengos y valdíos”.
A esos terrenos de realengo y baldíos, los que se dieron con los censos de tierras, junto con los propios y comunes de los pueblos, se refiere la contestación a la cuarta pregunta. En la que se dice: “…pocos o ningunos Ayuntamientos en la Península presentarán documentos de propiedad y legítima egresión del Estado de tales terrenos y montes, porque olvidados los Gobiernos de esta preciosa finca que en otras naciones es la piedra más rica de su Corona pusieron sus miras en la intolerancia religiosa, en apoyar y proteger el celibatismo monacal haciendo a esta clase de establecimientos pingues donaciones y mercedes de terrenos donde ejercían a la vez el dominio mas cruel y sanguinario…”.
Como reconocido liberal, D. Pedro ataca los privilegios de los establecimientos religiosos, no sólo en la contestación anterior, también en la de la séptima pregunta, donde se escribe: “…los establecimientos religiosos tanto seculares como regulares por lo común estaban amortizados, para las cargas del Estado y sólo eran comprendidos en los repartos de subsidio que se verificaban por el conducto de los Cavildos eclesiásticos que gozaban de una inmunidad escandalosa…”. Y más adelante: “…Eran asombrosas las riquezas territoriales del clero en toda España, y no solo en esta provincia de menor cuantía; pero hasta el año de 1820, fueron enajenadas 1.295 fincas y entre este número habría diferentes predios rústicos, dehesas, y montes…”.
La contestación a la quinta pregunta se refiere a las Conservadurías que se crearon como montes de la Marina. La Exterior, de 25 leguas a lo largo de la costa de la Península y la Interior, con dos provincias: Segura y Morella. A estas Conservadurías principales se añaden las de nueva creación: Almadén, Linares, Ríopar, Río Tinto y Canal de Castilla. Con la Guerra de la Independencia, la Regencia, de 1810 a 1812, según el informe que seguimos, “…dispensó a varios pueblos para vender montes, terrenos valdíos y dehesas de pastos, las talas (por las) guerras y rozas (roturaciones), que en aquellos (terrenos baldíos) se hicieron, y después el Rey Fernando tubo a bien indultar, todo ha hecho que los montes y arbolados silvestres se hayan diminuido de treinta años acá”.
Continua en la contestación a la quinta pregunta, con las usurpaciones de los montes del Estado, que hicieron en los Montes de Segura los Ayuntamientos en los años 1813 y 14, ratificadas en 1836 y estimadas el año siguiente por el celoso Administrador, en más de 4.000 fanegas. Lo que se califica, como “...un cáncer que absorbe el patrimonio del Estado, y anunció al Rey, D. Pedro Fernando Martínez en 1829”. Como se trascribía al tratar de la Memoria de D. Pedro de 1829, enviada por partida doble: a la Secretaria de Hacienda y a la Sociedad de Amigos del País
Contestando a la 6ª pregunta, del informe que seguimos, trascribimos: “...Por las razones manifestadas en la anterior respuesta no es posible designar el número de montes de dominio particular y las cabidas de los que haya reconocidos por los respectivos juzgados como propietarios del examen de los papeles que en los archivos podrá tenerse algún conocimiento pues faltando el requisito de haberse practicado tales diligencias previamente es imposible contestar con acierto”.
Como ya se ha glosado la contestación a la 7ª pregunta, con lo trascrito sobre los establecimientos religiosos tanto seculares como regulares, pasamos a reseñar la contestación a la 8ª pregunta. En la que nuevamente se insiste en la desidia de los juzgados de montes de Ayuntamientos y Gobiernos políticos (Gobiernos Civiles) que no habían hecho las diligencias preliminares para saber las pertenencias del Estado. A lo que añade lo que el redactor del informe llama Gobierno supremo, del que dice: “...complicó la marcha y régimen de lo que tan sabiamente expone la ordenanza, para poner en claro los derechos respectivos tanto en los que pertenecen al dominio directo como al de los aprovechamientos y promiscuidades de los montes no deben extrañarse que no pueda decir nada sin incurrir en un absurdo”.
Una de las últimas preguntas, la 9ª, se refiere a la ganadería, de la que se trascribe, lo que sin duda informó D. Pedro: “Antes de 1808 se hacían recuentos de ganado, consultando estas listas se podría decir algo sobre esta pregunta; pero sería difícil adquirir datos de aquel tiempo porque en los Ayuntamientos no es uniforme la práctica del disfrute y adjudicación de pastos..., en otros (Ayuntamientos) se subastaban sin dar preferencia a los dueños de cortos rebaños atajos corraleros que se sabía ciertamente el número de cabezas de cada especie”.
El aumento o disminución de la ganadería, según el informe que seguimos, se relacionaba con el sistema agricultor y pecuario de algunos pueblos, donde los ricos labradores habían tenido más “...influjo y preponderancia en las disposiciones económico-políticas...”. Entre esas disposiciones, las que más habían influido en la disminución de la ganadería eran las “...esaciones y requisas de carne para las tropas, han sufrido los ganados un duplo de contribución que los otros ramos de suministros; y han venido menos”.
Al final de la contestación a la 9ª pregunta, se hace referencia al celoso e ilustrado Administrador, como se trascribe a continuación: “Por varios informes tomados de personas inteligentes y versadas en negocios de esta especie, como ya el repetido Martínez, resulta, que en la sierra se podían apacentar medio millón de cabezas; y que en otros tiempos habían existido 3.000? (serían 300.000), mas en el año 1818 no había ni aun la tercera parte”.
En la contestación a la última pregunta, la 10ª, se hace referencia a lo que ya se apuntó anteriormente, que la Junta formada para la única contribución, el 30 de Abril de 1756, calculó que se labraban 73.399.959 fanegas de tierra en las 22 provincias en que se dividía en aquellos tiempos la superficie Peninsular. En lo se refiere a la provincia de Jaén, ni D. Pedro, como Catedrático de Agricultura y Diputado provincial, ni el Gobernador, pudieron aportar cifras sobre la superficie cultivada e inculta y se da como disculpa la siguiente: “fácil es comprender que teniendo hoy por imposible al menos con la urgencia que se necesita, reunir los datos que indican las anteriores preguntas, lo es absolutamente contestar a la última”.
Aunque como se dice más arriba, el Catedrático de Agricultura no aportase al Gobernador Civil de Jaén datos sobre superficie cultivadas e incultas, de estas últimas si debía tener datos sobre su producción, ya que es recogida en el periódico el ECO DEL COMECIO, en el artículo titulado: De lo que puede producir el ramo de montes en España, glosado en capítulo – VII - . También en el capítulo – VIII – se estima la extensión de los Montes de Segura en 667 leguas y como D. Pedro participó en la división provincial, él si conocería de esa superficie la que correspondía a las provincias de Albacete y Jaén.



[1]  Las 12 leguas de superficie, según las equivalencias antes dadas, serían unos 211 Km2, o lo que es lo mismo, 21.100 ha. de Sierra Morena, que se conocía y conoce,  como pastaderos de Guadalmena.
[2] Como ha quedado reflejado en el capítulo anterior, a cargo del celoso e ilustrado Administrador  estaban los importantes montes de Segura.. Los montes de la Carolina  y los de Andujar, también en la provincia de Jaén, tenían otro administrador

[3] Al decir del Partido de Segura, se excluyen los de Cazorla, a pesar de lo que se dice en la Nota 28.

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